jueves, 22 de noviembre de 2007

Cine y gastronomía DELICIOSO CINE


 

la gastronomía es una realidad social de la que todos somos partícipes. Ha sido y es, un reflejo de la sociedad en la que vivimos. El placer de la comida nos provoca un sinfín de sensaciones que alegran o entristecen nuestro ánimo. El cine nos provoca muchas veces emociones similares. Hay claros ejemplos que vienen a nuestra memoria en las que estas emociones y sensaciones se unen. Hay platos o situaciones en las que la comida está presente que nos recuerdan escenas o planos de películas. La relación del cine y la gastronomía es un hecho.

El cine nos ha obsequiado a todos los amantes del buen comer y el buen beber, de escenas memorables. En "La dama y el vagabundo" quién no recuerda a los dos perros comiendo unos espaguetis muy románticos, o a Sally en "Cuando Harry encontró a Sally", fingiendo un exquisito orgasmo mientras come un sándwich y la señora de la mesa de al lado pide "lo mismo", o Charlot comiéndose su bota con cuchillo y tenedor, o las comidas de los capos de la mafia en los restaurantes italianos del Chicago de años veinte. De muchas películas solo somos capaces de recordar escenas pero hay obras maestras del cine en las que la gastronomía es un hilo conductor que narra bellísimas historias. Es la maestría de sus directores (como pasa en cualquier cocina cuando un plato se convierte en una obra de arte), la que produce el milagro del recuerdo y del despertar de nuestros sentidos. Hay películas que abren nuestro apetito, las hay que nos hacen casi percibir aromas y sabores y las hay que son capaces de trasladarnos a sensaciones casi tan parecidas como las de una buena comida.

En 1987 Gabriel Axel nos obsequió con la maravillosa "El festín de Babette", una producción sencilla que encierra una gran carga emotiva y que se sirve de la gastronomía para mostrarnos un sinfín de sentimientos. Toda la elaboración de los platos es un cuadro multicolor que nos acerca al cariño y al agradecimiento que demuestra la protagonista en su elaboración, pretende trasladar el amor que ella demuestra con sus guisos a sus vecinos. Sentimos el frío que se respira en la helada Dinamarca y nos reconforta el calor que notamos que emana de sus fuegos en la cocina. Todo un logro.

"Deliciosa Marta" (Sandra Nettelbeck, 2001) es como un delicado y cuidado menú que digerimos pausadamente y disfrutando escena a escena. La cocina del "Lido" refleja la unión que existe entre la gastronomía y lo cotidiano, entre el trabajo y el placer o entre comer y amar. La cocina para Marta es el refugio de los miedos y fracasos exteriores y se convierte en su escape y en su encuentro con el amor. (Bellísimas escenas del duro trabajo de las cocinas de los restaurantes)

El amor y la cocina se hallan entre los fogones de la triste Tita en "Como agua para chocolate" (Alfonso Arau, 1992). Los platos que elabora con las recetas de la abuela se convierten en palabras y en sensaciones calladas que todos aquellos que degustan sus platos, perciben. La escena donde prepara unas codornices sazonadas con pétalos de rosas es impresionante y creo, que todos somos capaces de sentir lo que Tita quiere trasladar con su lenguaje culinario. Tita consigue el sueño de cualquier cocinero: que sus platos sean vehículos de amor y comunicación. Casi nada.

La gastronomía es vida y el cine es un testigo de la vida de los hombres, sigamos disfrutando con ambos. Si el cine es el séptimo arte, la gastronomía se merece por meritos propios en convertirse en el octavo arte. Buen cine y buen apetito.

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