viernes, 28 de septiembre de 2012

TURISMO Y GASTRONOMÍA


Ayer jueves día 27 se celebró el Día Mundial del Turismo. Un día que se viene desarrollando desde el año 1980 y que en esta nueva edición ha escogido España como sede, algo que realmente nos alegra pero que  viéndolo desde la perspectiva de nuestra importancia turística a nivel mundial, ha tardado un poquito. La Organización Mundial del Turismo ha tomado como lema para este año: «Turismo y sostenibilidad energética: propulsores del desarrollo sostenible.» Durante estos treinta años de celebración han sido muchos temas relacionados con el turismo los protagonistas, pero hasta ahora la gastronomía no ha estado presente. España en general y la Comunidad Valenciana y la provincia de Alicante en particular sí que están apostando firmemente por esta unión de turismo y gastronomía como valor esencial y fundamental en nuestra comunicación y promoción turística. Las dudas y las inquietudes surgen en muchos de nosotros sobre la correcta o la mejor forma de transmitir esta unión de una manera adecuada y que cumpla el objetivo deseado que no es otro que recibir y fidelizar si cabe más a nuestros turistas y visitantes.  Desde las administraciones comunitarias o desde las provinciales y locales, la apuesta por la gastronomía como uno de los ejes en los que basar la promoción de nuestras bondades turísticas es un fenómeno del que todavía no se pueden extraer ni valorar sus resultados. Realmente la gastronomía siempre ha estado, de una mayor o menor manera, unida al turismo pero parece que últimamente veamos a la gastronomía como la perfecta salvadora del manido reclamo de sol y playa. Un error, sin duda.  La gastronomía de nuestra provincia, por concretar y ser más preciso, tiene la entidad suficiente para ser un perfecto valor independiente en la promoción. La segmentación de la oferta turística por parte del órgano rector del turismo provincial como es el Patronato de Turismo Costa Blanca en cuatro ejes fundamentales como la propia gastronomía, el litoral, la naturaleza y la cultura, han dejado más claro esa decisión. Lo malo, o al menos lo desconcertante, es si esa apuesta es gestionada desde la perspectiva técnica y política o desde la visión de los verdaderos actores del quehacer gastronómico que no son otros que los empresarios y  los profesionales del sector.  A servidor muchas veces le queda la sensación que estos protagonistas verdaderos de la actividad gastronómica se convierten en marionetas de determinados personajes que su única relación con la gastronomía  pasa por comer a diario y que poner en valor nuestra gastronómica es algo pasajero hasta que se encuentre un nuevo motor de promoción turística. Otro gran error.  Unir gastronomía y turismo debería pasar por una reflexión previa por parte de todos. Por un análisis de la verdadera realidad de nuestra gastronomía. Por el conocimiento y la divulgación de la cultura gastronómica (¿por qué no convertirnos en pioneros en nuestra comunidad en la enseñanza en los colegios de la gastronomía como el hecho diferenciador de la alimentación que adquiere un carácter social y cultural?).
Por un compromiso y una actitud común hacia una realidad que incumbe a gran parte de nuestra población.  Por un trabajo constante en la mejora. Por la realización de una estrategia que unifique las diferentes inquietudes de todos. Por un consenso de los diferentes grupos políticos que pudieran apartar sus diferencias en la búsqueda de una mayor beneficio para todos. Y por supuesto, por la reflexión. Realmente si algo ha caracterizado siempre al sector gastronómico provincial es por su capacidad de adaptación. Una capacidad que le hace fuerte y que le permitirá afianzarse en esa deseada unión de turismo y gastronomía. Como para servidor la reflexión es importante al menos disfrutará de un interesante Foro Turístico de Benidorm que sí ha apostado por analizar esta situación Bravo. Reflexionemos.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Reflexiones de verano ( y III)


    A servidor le encantaría empezar este tercer y último artículo de su trilogía “Reflexiones de Verano” con una palabra en la cree firmemente y de la que está convencido que es la única que nos une a todos: esperanza.
    Ante el desconsuelo, ante la desgracia, ante los duros zarpazos a los que nos enfrentamos cada día, y ante el infortunio de una crisis inmerecida y cruel con nuestro sector hostelero, solo cabe creer y luchar por la esperanza. Pero la esperanza  es esquiva y a veces incluso traicionera. Tras un invierno realmente duro, tenso e irregular, el sector de la hostelería y la restauración de nuestra provincia había puesto sus esperanzas en la temporada estival pero afortunada o desgraciadamente volvemos a lo siempre, para algunos ha sido una temporada buena sin embargo para otros ha sido un verdadero desastre. Desde luego, en la disparidad de opiniones es  lo único que coincidimos todos, pero como ha servidor lo que le piden es que opine voy a mojarme y decirles que esta temporada ha sido atípica, diferente y muy, muy extraña.
Atípica por que el consumo se ha resentido enormemente en lo que se refiere a la hostelería a pie de playa. Las protagonistas del verano han sido las neveras traídas de casa llenas de bebidas y viandas con las que ahorrarse el aperitivo en la terracita de nuestra playa favorita. Atípica por su duración. Cada aña, y ya van varios que lo comentamos, los días de estancias vacacionales en nuestra provincia se van acortando poco a poco. Menos día pero también menos gastos, y lo peor de todo, es que por lógica debería ser al revés. Sí atípica, muy atípica.
    Y diferente, muy diferente. Año tras año el sector palma de primera mano el cambio de hábitos de sus clientes. Ven, más o menos incrédulos, como el cliente de cuatro o cinco visitas obligadas, solo va a su restaurante favorito el día que llega y el día que se va. Diferente por los cambios y recambios de la oferta, algunas incluso suicidadas y que producen más daños que ventajas. A veces el vender más es simplemente, perder más. Y lo que es peor, los daños colaterales que producen al sector. S. diferente, muy diferente.
    Y extraña. Extraña sobre todo por ser imprevisible totalmente. Algún amigo hostelero me contaba su perplejidad y asombro ante días enormes de trabajo y días catastróficos, y ante eso cualquier previsión es imposible por lo que repercute en el resultado final. Una día todo preparado, mil camareros, mil viandas y no va nadie. Y otro día que piensas que va a ser flojo, se llena. Y el perjudicado final, como siempre, el que menos se lo merece: el cliente.
Pero servidor sigue siendo positivo, muy positivo. Si en lo que tenemos que creer y en lo que nos puede ayudar a soportar mejor las incertidumbres, es la esperanza, pues a ello. Ya sabemos dónde estamos, lo que queremos y hacia dónde vamos. Ahora simplemente hay que afrontar el futuro con, trabajo, compromiso, esfuerzo, dedicación, pasión y esperanza, porque siempre es el pasado quien alecciona al futuro.
Reflexionemos

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