viernes, 6 de enero de 2012

Un año al límite

Este año recién despedido ha sido, sin duda, un año en el que la hostelería, la restauración y la gastronomía alicantina, han vivido al límite.
Al límite del esfuerzo diario. Levantar la persiana cada mañana sin que se erosionase la ilusión, ha sido un duro esfuerzo para muchos de nuestros profesionales. El carácter inquieto, la actitud innovadora y  comprometida, y la capacidad de adaptación del sector han minimizado la dura realidad. Desafortunadamente, en la parte más triste, han sido varios los negocios, los locales o los cocineros que han tenido que cerrar y, en el mejor de los casos, afortunadamente reinventarse. 
Al límite del cierre. Este año ya pasado, han sido muchos  los establecimientos que han tenido que echar el cierre. Un cierre que ha venido forzado por la poca continuidad de los negocios. Hasta ahora  la hostelería  era  constante, los clientes acudían varias veces por semana, las comidas de empresa o de negocios se desarrollaban con asiduidad, pero actualmente la comida o la cena formal se han ido paulatinamente convirtiéndo en comidas y cenas totalmente frugales e informales. La continuidad ha desaparecido, y los días intensos han sido las excepciones frente a  los días muy, pero que muy flojos, como se dice en el sector. Los días malos han sido muchos más que los buenos.
Al límite de la perdida de la ilusión. Sufrir y ver los negocios vacíos, tener que prescindir de empleados, tener que negociar con las financieras, o tener que recortar mil gastos, han sido las realidades diarias de muchos de nuestros establecimientos. Todo ello ha mermado la ilusión de grandes profesionales que habían puesto todas sus esperanzas, y en la mayoría de los casos, todo su dinero, para poder realizar sus sueños gastronómicos.Al límite de un año ya terminado. Punto y final.
Pero también el 2011 ha sido un año vivído intensamente al límite de mil bondades gastronómicas.
Un año al límite de pasión. Los profesionales del sector, a falta de muchos incentivos, han sido capaces de contrarestar los efectos negativos de un año incierto derrochando pasión y esfuerzo. Pasión, en crear, en innovar, en saludar cada nuevo día cargados de proyectos, de ideas, de platos, de vinos, de cócteles o de nuevos productos con los que sorprender y mimar a sus clientes. Y esfuerzo, en adaptarse a cada nuevo vaivén económico e ir modificando sus ofertas según fuese  cada momento. Todo un logro, sin duda.
Al límite del compromiso. Un compromiso que nace desde la complicidad con el comensal, desde el duro quehacer diario hecho con profesionalidad y buen tino gastronómico, o desde el cuidado y el mimo por la calidad.
Y al límite de honestidad. Una honestidad que ha seleccionado y depurado el sector y que será un acicate para un 2012 que reforzará, unirá, modernizará, renovará y situará a nuestro sector hostelero como un ejemplo de saber afrontar y vivir los tiempos y los años inciertos.Todo un año por delante en el que viviremos al límite, pero seguro que será al límite de alegrías, éxitos, bondades y reconocimientos gastronómicos. Feliz 2012. Reflexionemos.

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