jueves, 20 de noviembre de 2008

TIEMPO DE COMIDAS Y CENAS

Pues sí señores, ya estamos otra vez a las puertas de la Navidades. Ya nuestros cansados cuerpecillos comienzan a vibrar y a hervir en deseos de fiesta, alegría y buenos momentos. Para servidor y para muchos compañeros de profesión nos llega el momento feliz del año en el que la alegría del trabajo se une a la felicidad de nuestros clientes y amigos. Es tiempo de comidas, de cenas y de celebraciones con la familia, los amigos o la tradicional comida o cena de empresa. Sí, esas reuniones informales alrededor de una mesa en la que todos los compañeros de trabajo olvidamos por un ratito la rutina diaria, el estrés y el cansancio del trabajo y nos dedicamos a disfrutar, a bailar, a comer y beber sin mesura amparados bajo el paraguas de una amnistía “consensuada” en la que pase lo que pase o se diga lo que se diga, queda en el baúl del olvido.
Mi amigo paco, que tiene una pequeña empresa de construcción me cuenta que este año su cena de empresa serán: “un par de cañas, unas bolsas de patatas y unas olivas, que la cosa está muy malita…”. Esta claro que la alegría y el consumo desaforado han dado paso a una limitación mayor en el gasto familiar y empresarial y repercute en este tipo de celebraciones para las empresas. Lo de pagar el jefe está complicado y, cada vez más, son los propios compañeros de trabajo los que organizan, pagándoselo de su bolsillo, estas cenas o comidas de empresa.
Ante la crisis, a agudizar el ingenio. Celebrarlo, lo vamos a celebrar aunque haya que recorrerse mil sitios y encontrar el idóneo y el que mejor se adapte a nuestras posibilidades. Los restaurantes o salones de banquetes preparan para estos días una serie de menús especiales que seguro colmarán nuestras expectativas. Lo principal es elegir bien el sitio, que el menú sea de lo más completo y si me permiten, que sea del gusto de todos, sencillito pero suculento para que si nos pasamos con la bebida al menos llevemos el estómago bien lleno. El precio, que sea el correcto y que no se abuse por ser Navidad y pensar que todos somos más esplendidos y nos preocupa menos el gasto. Un ejemplo, mi amigo José Luis de Campello prepara en su restaurante menús adaptados al gusto y al presupuesto del cliente así podemos confeccionar un menú según nuestro apetito y nuestro bolsillo. Una buena idea que nos libra de las malas sorpresas.
Pues lo dicho, a comer, a beber y a disfrutar con los compañeros y, si criticamos al jefe seguro que se olvida al momento y el año que viene será, sin duda, mejor. Buen apetito y reflexionemos.

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