Estamos en pleno verano y las ganas de divertirnos,
disfrutar y ser felices nos embargan a todos. Es el momento de derrochar
alegrías y compartir felicidades. Es verano y llega el turno de reunirnos
alrededor de una buena mesa y gozar con
los mejores productos de nuestro mar, nuestros campos, nuestras huertas o
nuestras granjas. Es tiempo de colores convertidos en sabores. La gastronomía
es color y ese color se transforma en todo el sabor del Mediterráneo, toda una
gran paleta cromática que nos evoca
nuestra mejor cocina.
Cada estación marca una serie de colores en nuestra
alimentación. En invierno predominan los platos recios y oscuros, en primavera
los colores florales y las elaboraciones ligeras, en otoño llega el turno de
los ocres y los sabores fuertes, y en
verano es todo color, color y más color.
Tonalidades rojas vivas en
los tersos tomates del verano que entremezclan los rojos y los tonos
verdosos en su dura piel. El rojo rosáceo de las Gambas o el rosa pálido de las
quisquillas llevan el mar a la tierra. Los verdes intensos de las sandías en su
exterior para explotar el rojo carmín de su interior. Amarillos intensos o negros azabaches en los
arroces alicantinos llevan el color dentro de las paelleras doradas a los
blancos platos de nuestra s mesas. El color cereza puro de los frutos de
nuestra montaña nos lleva al recuerdo de las primaveras en los valles
alicantinos llenos de color de flores blancas que marcan un futuro verano en
color cereza.
Dorados y plateados colores de nuestros mejores pescados que
saltan vivos en las lonjas azules y blancas que copan nuestro extenso litoral
de norte a sur.
Campos y más campos de verdes y marrones llenos de cepas
repletas de sus mejores y ahora verdosos
frutos que poco a poco irán madurando y oscureciendo su presencia para
convertirlos en ricos vinos con los que soñar y disfrutar en los meses y años
venideros.
Vinos blancos, rosados, tintos o rojos, vermús oscuros,
fondillones dorados, espumosos brillantes o pálidas manzanillas nos acompañan
en nuestro mosaico para disfrutar de la mejor gastronomía del verano.
Colores y más colores son el argumento con los que nuestros
grandes cocineros elaboran y preparan delicados platos en los que la parte
visual y la parte gustativa encuentran su merecida armonía. Una armonía que marida a la perfección con el
color más bonito de nuestra cocina: el color de la sonrisa.
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