Ayer jueves día 27 se celebró el Día Mundial del Turismo. Un
día que se viene desarrollando desde el año 1980 y que en esta nueva edición ha
escogido España como sede, algo que realmente nos alegra pero que viéndolo desde la perspectiva de nuestra
importancia turística a nivel mundial, ha tardado un poquito. La Organización
Mundial del Turismo ha tomado como lema para este año: «Turismo y
sostenibilidad energética: propulsores del desarrollo sostenible.» Durante
estos treinta años de celebración han sido muchos temas relacionados con el
turismo los protagonistas, pero hasta ahora la gastronomía no ha estado
presente. España en general y la Comunidad Valenciana y la provincia de
Alicante en particular sí que están apostando firmemente por esta unión de turismo
y gastronomía como valor esencial y fundamental en nuestra comunicación y
promoción turística. Las dudas y las inquietudes surgen en muchos de nosotros
sobre la correcta o la mejor forma de transmitir esta unión de una manera
adecuada y que cumpla el objetivo deseado que no es otro que recibir y
fidelizar si cabe más a nuestros turistas y visitantes. Desde las administraciones comunitarias o
desde las provinciales y locales, la apuesta por la gastronomía como uno de los
ejes en los que basar la promoción de nuestras bondades turísticas es un
fenómeno del que todavía no se pueden extraer ni valorar sus resultados.
Realmente la gastronomía siempre ha estado, de una mayor o menor manera, unida
al turismo pero parece que últimamente veamos a la gastronomía como la perfecta
salvadora del manido reclamo de sol y playa. Un error, sin duda. La gastronomía de nuestra provincia, por
concretar y ser más preciso, tiene la entidad suficiente para ser un perfecto
valor independiente en la promoción. La segmentación de la oferta turística por
parte del órgano rector del turismo provincial como es el Patronato de Turismo
Costa Blanca en cuatro ejes fundamentales como la propia gastronomía, el
litoral, la naturaleza y la cultura, han dejado más claro esa decisión. Lo malo,
o al menos lo desconcertante, es si esa apuesta es gestionada desde la
perspectiva técnica y política o desde la visión de los verdaderos actores del
quehacer gastronómico que no son otros que los empresarios y los profesionales del sector. A servidor muchas veces le queda la sensación
que estos protagonistas verdaderos de la actividad gastronómica se convierten
en marionetas de determinados personajes que su única relación con la
gastronomía pasa por comer a diario y
que poner en valor nuestra gastronómica es algo pasajero hasta que se encuentre
un nuevo motor de promoción turística. Otro gran error. Unir gastronomía y turismo debería pasar por
una reflexión previa por parte de todos. Por un análisis de la verdadera
realidad de nuestra gastronomía. Por el conocimiento y la divulgación de la
cultura gastronómica (¿por qué no convertirnos en pioneros en nuestra comunidad
en la enseñanza en los colegios de la gastronomía como el hecho diferenciador
de la alimentación que adquiere un carácter social y cultural?).
Por un compromiso y una actitud común hacia una realidad que
incumbe a gran parte de nuestra población.
Por un trabajo constante en la mejora. Por la realización de una
estrategia que unifique las diferentes inquietudes de todos. Por un consenso de
los diferentes grupos políticos que pudieran apartar sus diferencias en la
búsqueda de una mayor beneficio para todos. Y por supuesto, por la reflexión.
Realmente si algo ha caracterizado siempre al sector gastronómico provincial es
por su capacidad de adaptación. Una capacidad que le hace fuerte y que le
permitirá afianzarse en esa deseada unión de turismo y gastronomía. Como para
servidor la reflexión es importante al menos disfrutará de un interesante Foro
Turístico de Benidorm que sí ha apostado por analizar esta situación Bravo.
Reflexionemos.
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