A servidor le
encantaría empezar este tercer y último artículo de su trilogía “Reflexiones de
Verano” con una palabra en la cree firmemente y de la que está convencido que
es la única que nos une a todos: esperanza.
Ante el
desconsuelo, ante la desgracia, ante los duros zarpazos a los que nos
enfrentamos cada día, y ante el infortunio de una crisis inmerecida y cruel con
nuestro sector hostelero, solo cabe creer y luchar por la esperanza. Pero la
esperanza es esquiva y a veces incluso
traicionera. Tras un invierno realmente duro, tenso e irregular, el sector de
la hostelería y la restauración de nuestra provincia había puesto sus
esperanzas en la temporada estival pero afortunada o desgraciadamente volvemos
a lo siempre, para algunos ha sido una temporada buena sin embargo para otros
ha sido un verdadero desastre. Desde luego, en la disparidad de opiniones
es lo único que coincidimos todos, pero
como ha servidor lo que le piden es que opine voy a mojarme y decirles que esta
temporada ha sido atípica, diferente y muy, muy extraña.
Atípica por que el consumo se ha resentido enormemente en lo
que se refiere a la hostelería a pie de playa. Las protagonistas del verano han
sido las neveras traídas de casa llenas de bebidas y viandas con las que
ahorrarse el aperitivo en la terracita de nuestra playa favorita. Atípica por
su duración. Cada aña, y ya van varios que lo comentamos, los días de estancias
vacacionales en nuestra provincia se van acortando poco a poco. Menos día pero
también menos gastos, y lo peor de todo, es que por lógica debería ser al
revés. Sí atípica, muy atípica.
Y diferente, muy
diferente. Año tras año el sector palma de primera mano el cambio de hábitos de
sus clientes. Ven, más o menos incrédulos, como el cliente de cuatro o cinco
visitas obligadas, solo va a su restaurante favorito el día que llega y el día
que se va. Diferente por los cambios y recambios de la oferta, algunas incluso
suicidadas y que producen más daños que ventajas. A veces el vender más es
simplemente, perder más. Y lo que es peor, los daños colaterales que producen al
sector. S. diferente, muy diferente.
Y extraña. Extraña
sobre todo por ser imprevisible totalmente. Algún amigo hostelero me contaba su
perplejidad y asombro ante días enormes de trabajo y días catastróficos, y ante
eso cualquier previsión es imposible por lo que repercute en el resultado
final. Una día todo preparado, mil camareros, mil viandas y no va nadie. Y otro
día que piensas que va a ser flojo, se llena. Y el perjudicado final, como
siempre, el que menos se lo merece: el cliente.
Pero servidor sigue siendo positivo, muy positivo. Si en lo
que tenemos que creer y en lo que nos puede ayudar a soportar mejor las
incertidumbres, es la esperanza, pues a ello. Ya sabemos dónde estamos, lo que
queremos y hacia dónde vamos. Ahora simplemente hay que afrontar el futuro con,
trabajo, compromiso, esfuerzo, dedicación, pasión y esperanza, porque siempre
es el pasado quien alecciona al futuro.
Reflexionemos
No hay comentarios:
Publicar un comentario
ayúdame con tus comentarios