Hace unas semanas en estas mismas páginas planteaba algunas preguntas y algunas reflexiones sobre la situación del panorama gastronómico provincial. Afortunademanete algunas de ellas han sido tema de debate provechoso por muchos de nuestros profesionales y entidades que creen y confían en valorizar la gastronomía como uno de nuestros mejores referentes turísticos. Bravo por todos los que siguen creyendo y trabajando para ello.
Pero ante una de mis preguntas en la que planteaba si habíamos sido tan necios de sobrevalorar la creatividad sobre el producto en detrimento del bolsillo del comensal, las repuestas que me han llegado son muy variadas e interesantes. Voy a intentar resumirlas con una reflexión personal: La honestidad y la libertad han sido y son una seña de identidad de nuestra gastronomía aunque no hayamos sido capaces muchas veces de tener una oferta bien definida y que hayamos permitido que la demanda sea realmente quien se adapte a la oferta. Siempre hemos adaptado nuestra oferta según la demanda y eso nos ha hecho menos libres. Esa libertad y el cómo hemos gestionado esa creatividad y ese talento ha sido algunas veces bien gestionado y otras no tanto.
Como lo positivo es realmente lo que nos marca lo negativo, un gran ejemplo de honestidad y libertad gastronómica es mi buen amigo Miquel Ruiz.
El Baret de Miquel en Dénia es una maravilloso ejemplo de esa libertad en la creación que da el equilibrio. Ese equilibrio que viene dado por el respeto y la complicidad con el entorno, con el conocimiento y el reconocimiento de lo propio y de la historia y tradición que hay en cada plato, con el cariño y la pasión por compartir, y sobre todo, por hacer de lo propio la alegría ajena. Todo ello es libertad gastronómica.
Un verdadero regalo, gracias Miquel. Reflexionemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
ayúdame con tus comentarios